La mejor manera de describir lo que pasa en las sesiones de coaching individual que hago es desde la experiencia de un cliente.
El otro día uno de ellos me regaló esta metáfora sobre lo que estaba viviendo gracias al proceso.
Sentía que iba mudando de piel como hacen las serpientes, deshaciéndose de aquello que le pesaba, que le sacaba energía, vitalidad, alegría y no le permitía ser quien realmente es.
Sentía que iba abandonando aquellas características, hábitos, comportamientos y emociones que tenía automatizados y que le separaban de su verdadera identidad, que no le llenaban y que no tenía identificadas.
Las serpientes mudan la piel para limpiarse de parásitos, sanar posibles heridas, deshacerse de viejas escamas…
Y nosotros como humanos deberíamos atender a la sabiduría de la naturaleza y hacer lo mismo mirando hacia adentro de vez en cuando, parar y regalarnos un proceso de coaching individual que nos permita darnos cuenta de lo que ya no nos sirve y nos lastra; que nos proporcione herramientas para dejarlo ir, y nos acompañe en la tarea de “re-conocernos”, y reconecar con lo que realmente somos para poder recuperar nuestra autenticidad e ir más ligeros/as por la vida.